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sábado, 2 de junio de 2012

Blanca Suárez para El país


Blanca Suárez dice que lo relativiza todo. Aunque su madre añadiría que demasiado. Cuando Almodóvar le comentó que, tras La piel que habito, tenía otros proyectos pensados para ella, su hija volvió a casa y tan solo contó que “Pedro” le había dicho “eso”. La reacción de la progenitora fue algo más emocional. “Casi se cae de culo”, cuenta Suárez. El caso es que la joven actriz (Madrid, 1988) trata de llevar con normalidad su entrada en el club de los talentos prometedores del cine español: “El trabajo ya es muy intenso e intento darlo todo. No me puedo levantar cada día y llorar de la emoción”.
Aun así Suárez reconoce que a veces se dejaría llevar. “¡Sal a celebrarlo, grita!”, se anima a sí misma. Lo cierto es que tendría razones para hacerlo. Nominada al Goya a la mejor actriz revelación precisamente por La piel que habito, la madrileña volverá pronto al barco de Almodóvar para su nuevo filme, Los amores pasajeros. “Tiene una atención brutal para el detalle, hasta el último botón o el tejido de tu chaqueta. Se fija en el particular más pequeño de cualquier secuencia”, relata sobre el director manchego. Pero antes de regresar a sus órdenes, Suárez está de promoción de su último filme, Miel de naranjas, con otro peso pesado de la cámara castellana: Imanol Uribe.
“Aventura, thriller, amor, flores en los balcones, acento andaluz. Es decir, la vida misma”, resume la película con una sonrisa Suárez. Mezclando esos ingredientes se obtiene una historia de resistencia clandestina al franquismo en la Andalucía de los cincuenta. Y el rodaje más fácil de la (todavía) breve carrera de la actriz: “En un set hay mucha tensión, es como un examen tras meses o años de estudio. Lo que hagas ese día no tiene margen de error. Pero Uribe tiene una gran capacidad para relajar el ambiente, crear una buena atmósfera”.
Seguramente a ella le vino bien. Insegura en la vida, en sus propias palabras, Suárez pasa a serlo más aún ante la cámara. De hecho, empieza a rodar una segunda película en su cabeza: “Pienso que todos me están mirando, que tengo que demostrarle mi valor. Aunque en realidad la gente está haciendo su trabajo, nadie te mira”.
En su caso, difícilmente sea verdad. “Primero te cogerán en un casting porque eres muy guapa y esta profesión es así”, fue la lección de realismo que le impartió su antigua profesora de teatro, María Alburquerque. Pero, ¿realmente es así? “En parte sí. No siempre, aunque es verdad que el físico de primeras en determinados productos es importante”. Lo cual, según Suárez, no necesariamente es negativo, por lo menos a corto plazo. “Está muy bien ser guapo y de entrada conseguir papeles por eso. Pero dentro de 20 años no seguirás allí por ser bello, sino por otras cualidades”, asegura la actriz.
Entre las suyas, al parecer, está la memoria, pero no la organización. “En el instituto siempre he sido de estudiar a una semana del examen. En el trabajo, un texto me lo aprendo muy bien, pero igual debería hacerlo antes”, se encuentra una pega Suárez. Bastantes más le encuentran sus críticos: “Tienes que escuchar muchos prejuicios, también por el hecho de trabajar en televisión [en El internado y El barco, entre otras series]. Estás todo el tiempo defendiéndote, quitándote las flechas que te lanzan”.
Bajo una lluvia de flechas, bombas, catapultas y todo el arsenal del que disponen los mercados se encuentra España desde hace ya demasiado. Y el 52% de los menores de 24 años –como Suárez- sufre la herida del desempleo. Entre ellos, las amigas de la actriz. “Ninguna tiene un trabajo, y menos de lo que ha estudiado. Me siento muy afortunada”, explica Suárez. Aunque su personal teoría de la relatividad vale también para la catástrofe económica. “Preguntas qué tal y la respuesta suele ser: ‘Bueeeno, ya sabes, la crisis’. Vale, pero no te puedes pasar 12 horas al día hablando de ello. Piensa en qué puedes hacer para solucionar esto”, intenta mirar hacia el futuro la intérprete.
Mirar hacia el pasado en cambio la devuelve al salón de su casa, primer escenario de sus actuaciones. Allí, con ocho años, Suárez y sus amigas improvisaban espectáculos para sus padres. “Recuerdo uno que iba de una princesa y unos pastores”, rememora la madrileña. Desde entonces, su currículo se ha ampliado bastante. Pero, ¿cuál es el siguiente paso? “Me encantaría una película de acción”. ¿Un 007? “Ooooh. Sería maravilloso”. Entusiasmo puro. Nada de relativizar.

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