~Entrevista:
Pasan unos agobios en El Internado, y en Eskalofrío... Espero que no sea miedosa.
¡Lo soy! Aunque voy mejorando, voy aprendiendo a quitarme los miedos… Pero sí, han sido rodajes de correr, gritar, llorar…
¿Cuánto hay de intuición en estas interpretaciones?
Hay mucho, sí, sobre todo cuando son las primeras cosas que haces. Aunque tenga un poco de técnica, la intuición creo que es algo que te salva muchas veces. Y hay escenas en que intentar hacer creíble tu actuación resulta complicado.
¿Qué le asusta de su profesión?
No sé, tengo miedo a lo desconocido. Ya menos, porque me voy acostumbrando a la forma de vida y a las cosas que ocurren cuando te metes en esto. Es que no creo que sea como cualquier otra profesión; te tienes que implicar tú emocionalmente, te tienes que abrir a mucha gente que te ve, superar el miedo escénico. Es incertidumbre: ahora estoy aquí, trabajando, y me va muy bien. Estoy encantada, pero claro, igual dentro de tres años no tengo nada y no vuelve a salir nada más… Es lo que hay que ir labrando.
¿Y ya sabe qué hace falta para triunfar como actriz?
No… y si lo supiese, ¡vamos!, ¡me lo callo y todo para mí! (bromea) Es que las cosas cambian tanto de la noche a la mañana… Hoy fulanita está en la cresta de la ola y mañana no es nadie…
¿Le reconocen por la calle?
Algunas veces, poco pero cada vez más. No ha cambiado mi rutina, pero sí que alguna vez si voy por la calle y veo una excursión escolar igual me cambio de acera, por si acaso, porque me da un poco de susto. Con una persona que se gire y te reconozca, todo el mundo se vuelve.
¿Y cómo reacciona?
¿Yo? Me río. Me hace gracia, es muy gracioso pensar “¡esta gente sabe quién soy!”
En Eskalofrío, ¿cuál fue la mayor exigencia a la que se enfrentó?
Llorar me cuesta mucho. En la vida normal soy muy llorona, veo un anuncio y me emociono, pero llorar a posta tiene su dificultad. Y más por una situación concreta, que te desborda, que te lleva al borde del pánico. Llegar a eso me costaba.
¿Y qué le da pánico?
Estoy descubriendo que me dan miedo las arañas, y no sé por qué, nunca me había pasado con los bichos. Creo que es por mis amigas, que son unas hipocondríacas y me lo están pegando (ríe). Y la oscuridad me da miedo, de pequeña siempre necesitaba mi lucecita en mi habitación. Ahora no, claro, pero ¡llevo un año en que estoy recuperando ese miedo!
¿Hay que apoyar el cine español o el buen cine?
Hay que apoyar al buen cine. Porque es como todo, da igual de dónde sea, si una película es mala, es mala. Hay que intentar que muchos guiones buenos que están por ahí perdidos se hagan. Y que, por supuesto, ni todo el cine español es bueno, ni todo lo que se hace en Hollywood es bueno y hay que ir a verlo. No es así para nada.
Isidro Ortiz dice que a veces hay que refugiarse en la oscuridad. ¿Cree en luces y sombras o prefiere los matices grises?
Todo tiene matices, todo depende de la mirada con que observes las cosas. Y en esta película, por ejemplo, todos los mitos se dan la vuelta, lo que parece monstruoso al final no tiene por qué ser lo que aparenta, para estar a salvo igual tienes que esperar a que llegue la noche...
¿Y Blanca Suárez es lo que parece?
Sí… de entrada no soy igual que con los más cercanos, claro, pero … soy bastante predecible. No soy retorcida, ¡soy muy simple! (se echa a reír de su propia frase). Pero creo que es bueno, por qué no.
Pues su familia estará encantada, así no les dará sustos...
Hombre, no, ¡ellos están curados de espanto! Lo que ve una familia no lo ve nadie más… ¡Ni tienen por qué verlo! ¡Jaja!
A última hora
El último libro: Los pilares de la tierra, de Ken Follet, intentando superar la página 100.
El último reto: El primer encuentro que tuve en El Internado con Cayetano, el “fantasma”, era una interpretación algo complicada...
El último capricho: Unos pendientes.
El último susto: Me lo ha dado mi madre. Ha entrado al baño sin avisar y ¡me he dado un buen golpe!
El último viaje: A París, con mi chico...
La última película: Indiana Jones y la calavera de cristal.
La última fiesta: En el Festival de Islantilla, en Huelva, mucha fiesta.
La última persona que le ha impresionado: Yon González (Iván) en un capítulo de El Internado. Había una secuencia en que Yon rompía con Carol y... ¡me eché a llorar como una Magdalena! Me impresionó.
El último cumplido: Mi madre me dijo que estaba orgullosa de mí.
El último sueño: Que me elijan en el último casting que he hecho.
A última hora: Ver la tele y mirar el móvil.
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